Con: Vin Diesel, Paul Walker, Jason Statham,
Michelle Rodríguez, Jordana Brewster, Tyrese Gibson, Ludacris, Dwayne Johnson,
¡¡¡Kurt Russell!!!, Nathalie Emmanuel y elenco
Dirección: James Wan
La verdad es que no sabría por dónde arrancar
con la crítica de esta incansable y estúpida saga que encumbró a, quizás, el
equipo de ¿actores? más carenciado de talento que haya visto esta Tierra,
porque si le entro por el lado de los tontos diálogos, sin dudas me quedo con
el de Johnson y Diesel del comienzo del film. Johnson está en el hospital luego
de caer varios pisos por un ventanal y, en lugar de morir hecho papilla como
cualquiera de nosotros lo hubiese hecho, solo tiene una clavícula fracturada y
ni siquiera tiene un raspón en algún lado visible de su voluminosa presencia. Acaba
de salvar a la bella Elsa de una severa explosión que debería haber matado a
ambos pero el destino y la buena suerte solo lo dejaron en cama con una
clavícula rota. Así es que, advirtiendo que ni el gobierno ni la policía ni
SWAT ni el grupo Halcón podrán acabar con el malo de esta séptima entrega:
Jason Statham, decide que lo mejor es llamar a Domingo Toretto, a quien el
tiempo y el paso de los años le cayó encima como a todo el mundo y carga con
una inflamación facial tremenda y está jetón como Telly Savalas, o como Tor
Johnson –deberás ponerte en forma, amigo,
si pretendes hacer Rápido y Furioso 8
(y no me venga con que esto no va a ocurrir porque murió Paul, no sea tan
naif), porque con esa zapán y esa tremenda papada lo único que podrás hacer es
levantarte con cuidado de la cama-, y entonces Toretto mira con ternura a
la masa muscular que hay en la cama del hospital y le dice, cargándolo, “lo
único que te faltaba, ponerte a mirar series mal actuadas de los 70s”, haciendo
alusión a un capítulo del Increíble Hulk que Johnson está degustando en el TV
de su habitación. Y la verdad es que ojalá Furious 7 estuviese la mitad de bien
actuada que el capítulo más berreta de esa serie de los 70s a la que agredió,
porque realmente: Toretto no puede hablar dos palabras sin quedar como un
pelotudo, Johnson no puede hacer otra cosa que desfilar su inconcebible cuerpo,
Michelle Rodríguez no engaña a nadie con su condición de “heterosexual” que
pregona en el film y, a pesar de que habría que ser Meryl Streep para demostrar
cara de enamorada viendo al gordo Toretto a los ojos, ya todos sabemos que
Rodríguez no miraría con ojos de enamorada ni al propio Richard Gere. Y ni
hablar del dúo dinámico comprendido por Ludacris y Gibson, dos morochos papa
fritas que nada tendrían que envidiarle al Soldado Chamamé o a Tristán en las
estúpidas películas de humor setentosas que padecimos en nuestra infancia.
Y eso no sería nada si, para peor, la trama de
esta nueva y macabra secuela trata sobre la necesidad del gobierno de recuperar
un chip re copado que lo quiere un Negro dictador de algún país tercermundista y
que “En las manos equivocadas” podría hacer un terrible mal a la población
mundial (no como si estuviese en las
correctas manos norteamericanas), y entonces hay que encontrar al hacker
que diseñó el aparatito del demonio quien, lejos de ser un nerd panzón con
camisa floreada, pelo hasta el culo atado en una cola y bermudas cargando el
más copioso olor a patas, en realidad es una morocha que recontra raja la
Tierra, Marte, Plutón y cualquier planeta que haya en el sistema solar, la Vía
Láctea y el Universo.
Y aún así, si tuviese que hacer la vista gorda
–ciega, en realidad- sobre estas
imposibilidades, y tuviese que ser objetivo con las corridas y persecuciones en
auto, las piruetas que esta manga de inútiles reparte como caramelos a los
chicos –tirarse en autos paracaídas desde un avión, atravesar tres rascacielos
en los pisos más altos en Dubai o recagarse a trompadas hasta demoler todo un
edificio con un par de misiles, catorce mil trompadas, dos llaves inglesas así
de grandes y un bolsito lleno de granadas… Hasta el más fanático de estos
imbéciles diría: Che… Paren un poco que se están yendo a la mierda con la
fantasía.
Así que no sé qué decirle de Furious
7.
Lo que sí le digo es que he visto en mi vida
películas recontra boludas. Las de Sandro, por ejemplo. Había una en que quedaba
ciego por un accidente en una carrera, era genial. Esta película es más o menos
lo mismo que eso pero con mucha plata en efectos especiales, tremenda expectativa
para ver cómo pusieron a Paul Walker ya muerto sobre el final –escena por demás de patética y recontra
cursi- y un sinnúmero de actores que ya no tienen 30 y pasaron largos los
40 y deberían quedarse en sus casas disfrutando de las mieles de haber logrado
ser famosos casi prácticamente con nada de nada.
Así que le pongo 2 Juanpablos, uno para
Toretto y uno para Walker, y ya estoy ansioso por ver la 8, que seguro saldrá
el año que viene, antes que Walker quede para siempre en el olvido y Toretto
siga dándole a las hamburguesas de McDonalds como un pervertido irrecuperable.
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