Con:
Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Ty Simpkins, Irrfan Khan, Gomer Pyle,
Nick Robinson, Jake Johnson, Omar Sy, BD Wong, Judy Greer, Brian Tee, Lauren
Lapkus y muchos más
Dirección: Colin Trevorrow
Cuando Hollywood apunta así “con mira láser”
al éxito seguro genera este tipo de atracciones recontra testeadas y siguiendo
a rajatabla las formas “de manual” que en tantas otras ocasiones le han
demostrado que tal o cual escena vende o que aquella trama va como piña o que
tal o cual actor debe hacer de malo y morir de la peor manera y al final la
bella colorada (qué fuerte está, por dios) y el nuevo Harrison Ford se besan a
contraluz sin importar el olor a chivo o el mal aliento.
Y uno podría enumerar con lujo de detalles
todas las escenas que lo crisparon, copiadas sin vergüenza algún otro mega
emprendimiento como este, el cual incluso venía robando a viejos súper estrenos
anteriores y ya uno no puede recordar cuál fue el origen de este mal que
padecemos, pero para no irme tanto por las ramas podría decir por ejemplo “se
la vuelan por mostrar los dinosaurios más reales del mundo y permiten que Pratt
le arranque a D’Onofrio –literalmente- la cabeza de una trompada y éste solo se
tome el mentón un instante y siga con sus líneas como si lo hubiese picado un
mosquito en lugar de quedar confinado en un hospital alimentándose con una pajita
por al menos 45 días víctima de múltiples fracturas en su mandíbula o, la más
tierna de las pelotudeces que padecí al ver esta huevada insoslayable, cuando
un joven extra debe presionar el botón del control remoto que abrirá la jaula
de los velociraptores que intentarán acabar con el dinosaurio malo y el
muchachito aprieta el botón haciendo fuerza como si el botoncito ese fuese
igual de pesado que la propia reja, pero la realidad es que a mi hija de 16 le
re gustó (le gusta el nuevo Harrison Ford, irremediablemente, y por ello no es
objetiva) y a mi hija de 14 (pobre, quiere ponerse de mi lado y se hace la que
no le gustó), también.
Entonces no puedo salir con los tapones de
punta por más que quisiera, porque si miro para atrás y me pongo a enumerar la
montaña de películas de este estilo que vi en el pasado y en mi propia
adolescencia, que son igual de súper obvias y boludas, tengo que admitir que en
aquel entonces la pasé bien y no era el maduro cascarrabias que ha visto tanto.
Y está bueno ser pendejo y disfrutar sin prejuicios de estas tonterías, así que
le pongo 6 Juanpablos haciendo un promedio entre mi 4 y los 8 y 7 que sin dudas
le pondrían mis hijas, porque es inútil ir contra la corriente y debo admitir
que tampoco es un espanto indigerible.
Así que resígnese y véala con sus púbers. Vea
cómo Hollywood agarra a un tontín sin talento y lo viste de Harrison Ford,
disfrute de la belleza indescriptible de la colorada y advierta con pasmo en
qué terminó Gomer Pyle, que ya a esta altura debería admitir que no le queda
otra.
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