jueves, 2 de junio de 2011

The last exorcism (2010)



Con: Patrick Fabian y Ashley Bell

Dirección: Daniel Stamm


Filmada con la desesperante onda de Blairwitch Project, que en aquella película quedó muy bien y un productor de Hollywood mientras se sacaba los mocos en su escritorio sin saber cómo mierda dar otra vuelta de tuerca decidió que estaría bueno hacer muchas películas con esa onda para llenarse de plata, nos encontramos con la historia del reverendo Cotton (o Algodón, traducido al castellano), un rubio y muy macanudo flaco que nos cuenta durante los primeros 20 minutos, con lujo de detalles y en compañía de su mujer y su hijo, lo garca que es y las veces que les robó dinero a familias ignorantes que suponían a un pariente con el demonio dentro. Entonces él iba, hacía su numerito de exorcismo y les cobraba, hasta que un día decidió que no lo haría más, ya que no está bien aprovecharse de gente en inferioridad de condiciones (más que estar o no bien, o que dejes de hacerlo, deberías ir preso por estafador, caradura…)

Entonces toma “al azar” (…) una de las tantas cartas que recibe a diario pidiendo sus servicios de “exorcizador” y viaja al corazón de un ignorante pueblo sureño estadounidense para mostrar sus trucos en compañía de un camarógrafo y una asistente, y así liberar al temible demonio Abadan, o algo así, del cuerpo de la bella Nell (que de bella no tiene nada, es una quinceañera del montón más montón del mundo).

Nell tiene un padre muy católico y muy ignorante que acaba de perder a su mujer por culpa de un cáncer fulminante que Dios le regaló y está devastado. Y también tiene un hermano, que tampoco anda muy bien por culpa del reciente deceso de su madre, que recibe al predicador o exorcizador a piedrazo limpio. Pero el reverendo logra atravesar los piedrazos con mucha fe e ingresa en la casa para comenzar con su numerito y recolectar los billetitos y así volverse a su casa.

Y todo marcha viento en popa. Y el padre de Nell se cree el scketch, Nell es “exorcizada” y el reverendo Algodón y sus secuaces se van. Pero esa noche, Nell aparece en el motel donde pararon a dormir. El motel está re-lejos de donde vive la niña, pero ella está ahí, en camisón, babeando y con ganas de darle masa al reverendo (como en el exorcista, de Linda Blair, pero en la actualidad). Y entonces el reverendo Algodón sale de su habitación preocupado, alza a la muchacha y la mete en el cuarto, mientras la bella Nell (que de bella no tiene nada, me quedo cien mil veces con Linda Blair, ¿se acuerdan qué buena que estaba Linda Blair?) intenta meterle la lengua en la oreja al reverendo (como en el exorcista, con Linda Blair, pero en la actualidad).

Y entonces el reverendo Algodón se asusta (el sólo se asusta, él y el camarógrafo, que comienza a hacer focos nerviosos en el piso, emulando Blairwitch Project y no lográndolo y quedando como un pelotudo), y comienza esta idiotez abrumadora.

Es una bosta la película. Una bosta seca. No tiene un solo momento de tensión. Los actores intentan todo el tiempo generar esas escenas de confusión con cámaras moviéndose y oscuridades de golpe y planos al piso, pero no convencen a nadie. La chica que hace de endemoniada es contorsionista, se dobla toda y hace maravillas con su cuello, eso es meritorio porque da a “endemoniada” y amerita un punto que hayan logrado hacer ver que se le quebró el cogote con un movimiento brusco. Pero eso es todo. No hay nada más. Y, sobre todo, más o menos en la mitad de la película uno ya sabe con lujo de detalles como va a terminar la historia.

Una real cagada de lo más previsible que he visto con un modo de filmar que en una época fue original y ahora está más gastado que chiste de Jorge Corona, o que billete de dos pesos, o que vaticinio de Lilita Carrió, o que pantalón vaquero de Steve Jobs, o que remera negra de David Gilmour.

Le pongo 1 Juanpablo a las contorsiones de la bella Nell, que de bella no tiene nada.

Y aguante Linda Blair, que estaba buenísima.

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