Con: Ryan Reynolds, Jason Bateman, Leslie Mann y Olivia Wilde
Dirección: David Dobkin
Dave es un norteamericano de mediana edad que está pasando por esa mágica y muy sacrificada etapa de la vida de un norteamericano de mediana edad en donde es preferible pegarse un tiro en las bolas a seguir viviendo 15 minutos más bajo esa inagotable presión, trabaja en un importante bufete de abogados y está por cerrar un importante contrato con unos japoneses que, de salir victorioso, lo convertirá de una vez por todas y luego de tantos años de sacrificio siendo solo un empleado en… ¡Socio de sus jefes! y yo me pregunto: ¿Cuántas películas vimos ya de tipos que tienen que rendir un importante examen de ese tipo? ¿Mil? ¿Por qué los que escriben los guiones siempre caen en ese mismo ejemplo habiendo tantos otros? ¿Por qué la “joven promesa” siempre tiene que ser un abogado a punto de cerrar un contrato con unos japoneses? ¿Por qué los contratos importantes siempre se cierran con japoneses y no con húngaros o santiagueños? ¿Por qué estos japoneses, siempre pero siempre, ponen cara de malos tipos o de rigurosos e impenetrables y avezados abogados y siempre pero siempre son engrupidos hábilmente por un jovencito yankie recién florecido de la universidad de Harvard? ¿No hay otra situación en la vida que denote “triunfo laboral” que no sea esa? ¿No pueden hacer una en donde no haya ni un solo abogado y que el triunfo sea hacer un exquisito pastel o lograr un buen precio por la importación de un container de bananas? El problema mío es que me hago muchas preguntas.
Y entonces Dave está justo atravesando ese difícil pero motivador momento, hace muchos meses que está detrás de cerrar ese “importante contrato” y para colmo tiene mellicitos de un año que viven demandándole mucha atención, y con su mujer se turnan por las madrugadas para darles las mamaderas y cambiarles los pañales, pero eso de que se turnan en realidad es relativo, porque la película siempre lo muestra a él levantándose a las 4 de la mañana para tomar esa labor. Y nuestro director, para resumir en una sola escena lo difícil que es cambiar pañales y preparar mamaderas para dos bebés a la vez, decidió exacerbar la cosa hasta el grotesco más absurdo e improbable, como es habitual en estas producciones yankies trilladas, entones el pobre Dave, con una mano en un bebé y otra mano que no alcanza los pañales que cayeron al piso, queda con su rostro peligrosamente cerca de la cola de su otro hijo, quien le caga bien tupido en la jeta e incluso dentro de la boca un suculento y chirle kilo de verde mierda haciendo que me pregunte, y solo pasaron 5 o 6 minutos de filme, cosa que me hace preocupar ya que vislumbro hojas y hojas de preguntas sin respuesta: ¿Quién fue alcanzado por mierda de su hijo en la boca? Yo he cambiado pañales toda mi vida y a lo sumo e recibido un chorrito de pis en el pecho pero, ¿recibir un monumental chorro de diarrea dentro de la boca? es inaplicable, el ser humano, por instinto, correrá la cara sin dudar, aunque quizás los yankies tengan el instinto corrompido y ya no saquen la cara en situaciones como esas, no lo sé, quizás ya lo toman como algo natural, si vienen comiendo mierda desde hace décadas…
Así que ya está. Ya tenemos un panorama muy bien descripto y, sobre todo, muy pero muy exagerado sin la más mínima sutileza de la difícil etapa de vida que está atravesando nuestro protagonista N°1, pasemos por favor a la descripción del protagonista N°2, “Mitch”, a quien muestran en un sofá en la tapa del DVD muy relajado y sonriente con dos morochas en tanga, una a cada lado, que jamás aparecerán en el filme.
Mitch, por el contrario y construyendo el “contrario” más contrario del mundo, y haciendo que me sienta un chimpancé en un laboratorio que tiene que diferenciar claramente entre un cubo rojo y un triángulo verde, es un adulto joven de la misma edad que Dave pero sin sus responsabilidades. Tiene un trabajo que le alcanza para vivir cómodo, no tiene novia, vive en un loft todo desorganizado y lleno de juegos del tipo Flipper y Play Stations y esquíes colgados de la pared y medias tiradas por el piso y está muy pero muy cómodo en su vida y no tiene apuro para nada.
Así que Mitch llama por teléfono a Dave y lo interrumpe en su horario de trabajo y le pregunta si aun recuerda que esa noche debían juntarse a comer, imaginando que su amigo de la infancia lo olvidó por su intransferible trajín cotidiano y así es, dio en la tecla, su amigo, envuelto desde hace muchos años en una vida llena de obligaciones que él ni siquiera imagina olvidó por completo la cena, pero le promete que lo solucionará de alguna manera e irán a comer tacos como le había prometido.
Así que Dave llega a su casa y le manifiesta a su mujer que había olvidado la reunión con Mitch, que lo perdone y que le haga la gamba, y parte raudo a juntarse con su amigo de la escuela para comer esos prometidos tacos y pasar el rato pensando unas horas en otra cosa que no sean sus hijos, su esposa, sus obligaciones y su vida de condenado a perpetua. Y se promete no excederse, ya que su loco amigo siempre lo lleva por el mal camino y él no está para borracheras con todas esas obligaciones que porta, pero no lo consigue, al final terminan los dos bien en pedo haciendo cualquiera como si fueran adolescentes y joda por acá, joda por allá, terminan meando en una fuente y diciendo los dos a la vez: “Ojalá tuviera tu vida” - ¡CHAN!
Y al otro día despiertan y cuando se miran al espejo no lo pueden creer, ¡son su amigo!, así que se citan en el lugar de la fuente y para colmo ¡la fuente fue desmantelada y llevada a otro lado y la municipalidad no tiene el dato certero de dónde la llevaron hasta que no pasen 3 burocráticos días hábiles! Por lo que no les queda otra que atravesar esos días en el cuerpo del otro y las distintas situaciones que van experimentando hacen que aquello que no entendían del otro ahora sea esclarecido con gran cristalidad y cristalismo, consiguiendo que aquello que antes los crispaba de la vida que llevaban se convierta solo en comprensión y en amor por lo que antes odiaban de sus propias vidas (como “Turnabout”, de 1940, con Adolphe Menjou y Carole Landis; o “Here Comes Mr. Jordan”, de 1941, con Robert Montgomery y Claude Rains; o “Vice Versa”, de 1948 y 1988, con Roger Livesey y Kay Walsh y Judge Reinhold y Fred Savage, respectivamente; o “Hot Cross Bunny”, de 1948, con Mel Blanc; o “Switchin' Kitten”, de 1961, de Eli Bauer; o “Goodbye Charlie”, de 1964, con Tony Curtis y Debbie Reynolds; o “Korol-olen”, de 1969, con Yuriy Yakovlev y Sergei Yursky; o “Avanti!”, del año en que nací, con Jack Lemmon y Juliet Mills; o “Big John, Little John”, de 1976, con Herb Edelman y Robbie Rist; o “Freaky Friday”, de 1976 y 2003, con Barbara Harris y Jodie Foster y Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan, respectivamente; o “Heaven Can Wait”, con Warren Beatty y Buck Henry; o “Rendez-moi ma peau...”, de 1980, con Erik Colin y Bee Michelin; o “Tenkôsei”, de 1982, Satomi Kobayashi y Toshinori Omi; o “All of Me”, de 1984, con Steve Martin y Lily Tomlin; o como “Like Father Like Son”, de 1987, con Dudley Moore y Kirk Cameron; o también, cómo olvidar “18 again”, de 1988, con Charlie Schlatter y George Burns; o “Dream a Little Dream”, inolvidable película de 1989 protagonizada por Corey Feldman y Jason Robards; o también, casi lo olvido, la célebre “Switch”, de 1991 y 2011, con la participación estelar de Ellen Barkin y Jimmy Smits y de Karine Vanasse y Eric Cantona respectivamente; o “Prelude to a Kiss”, de 1992, con Meg Ryan y Alec Baldwin, esa singular pareja que hizo las delicias de grandes y chicos; sin dejar de mencionar a “Sai yau gei: Daai git guk ji - Sin leui kei yun”, aquella emblemática película china de 1994, protagonizada por Stephen Chow y Man Tat Ng; o la española “Pon un hombre en tu vida”, del ’96, con Toni Cantó y Cristina Marcos; o “Dating the Enemy”, del ’96, con Claudia Karvan y Guy Pearce; como también “Dogmatic”, de 1999, con Michael Riley y Leila Kenzle; o “Me Myself I”, del mismo plagiado año, con Rachel Griffiths y David Roberts; o “Down to Earth”, Chris Rock y Regina King, o “Monkeybone”, del 2001, con Brendan Fraser y Bridget Fonda; o “The Hot Chick”, con el impresentable pero ideal para este tipo de pelotudeces infundadas de Rob Schneider acompañado por Rachel McAdams; o “It's a Boy Girl Thing”, con Samaire Armstrong y Kevin Zegers; y no debo olvidarme de “Just Follow Law: Wo zai zheng fu bu men de ri zi”, de hace 5 años, con Fann Wong y Gurmit Singh; y no debo ser injusto y debo mencionar a “La personne aux deux personnes” aquella película francesa protagonizada por un sorprendente Daniel Auteuil y Alain Chabat; o “¡Maldito bastardo!”, con Pilar Miguélez y Juanillo Esteban; o “Love on Line (LOL)”, con Vic Sotto y Paula Taylor; o “Identity Theft”, con Laura Weintraub y James A. Ward y “Here Comes the Bride”, con Angelica Panganiban y Eugene Domingo sin hacer mención a la decena de series de TV que conforman este deplorable segmento que ya suma 59 versiones y otra en camino denominada “Traded” a estrenarse el año próximo) para luego, al encontrar la estúpida fuente en un shoping muy atiborrado de gente, decidan echarse un cloro delante de todos exigiéndole a ésta (la fuente) que les devuelva sus vidas, y así volver a ser los que eran antes, pero amando todo lo que antes no soportaban de sus rutinas.
Yo creo que si hacen otra película más de estas va a correr sangre.
No le pongo ningún Juanpablo. No se califican las pelotudeces. Se las señala con advertencia.
Gracias a Fernando Herrera, que me ayudó a completar el listado de 59 películas ya hechas de “cambio de rol”.
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