Con: Ben
Kingsley, Ben Cross, Patrick Rutnam, Frederick-James Lobato, Numaya Siriwardena, Jerome de Silva, Dushyanth Weeraman, Mohamed Adamaly, Kian O'Grady, Susan Zareena y pobre y triste elenco.
Dirección: Chandran Rutnam
Resulta que una mañana, vaya uno a saber bajo los efectos de qué violenta
droga alucinógena, Ben Kingsley firmó contrato con unos hindúes de Bollywood para
filmar esta tonta película de terroristas que contaré a continuación que, le juro, se
lo prometo, se lo firmo donde quiera, jamás de los jamáses se escribirá algo
tan necio, tan pelotudo, tan infantil, tan indignante, tan mal editado, actuado de manera tan
horrorosa, tan toscamente dirigido y tan patéticamente construido en lo que
resta de nuestra historia como humanidad tóxica que un día al fin desaparecerá
de la faz de la tierra.
Así es entonces que Ben Ghandi
Kingsley, esta vez lookeado como un maléfico terrorista que no asustará ni al
más inocente y recién nacido espectador, sube a un colectivo srilankés con un
bolso lleno de explosivos y se baja y se lo olvida, luego va aun shoping de Sri Lanka y también se olvida
un bolso lleno de explosivos dentro del compartimento de debajo de un cenicero
comunitario. Más tarde se olvida otro bolso lleno de explosivos debajo de la mesada del baño de un cuartel policial, donde fue a denunciar el extravío de
unos documentos para luego tomarse un tren y bajarse en la siguiente parada no
sin antes olvidarse otro bolso lleno de explosivos en el compartimento de las
maletas del ferrocarril atiborrado de hindúes.
Luego compra unos tomates en una feria en la calle y se guarece en la
terraza de un altísimo edificio en construcción donde despliega un sin número
de pelotudísimos artilugios computadoriles de terrorista berreta y, una vez todo conectado,
comienza a hacer las pertinentes llamadas por teléfonos celulares a los que les
cambia el chip para no ser descubierto.
Entonces se comunica con el subinspector general de policía más horrible del mundo en lo que a actuación se trate a quien le manifiesta que hará
explotar todas esas bombas si no liberan a los guerreros que están cumpliendo
condena por actos de terrorismo del pasado y bla bla bla.
El Subinspector General de Policía Morris Da Silva (nunca queda claro por qué imbécil motivo le mandaron “Subinspector
General de Policía Morris Da Silva”, hubiera sido mucho más rápido y ágil “Inspector Gómez”,
o “Jefe de policía”, o “Da Silva” y listo... No. SubInspector General de Policía
Morris Da Silva, le mandaron. Y a cada rato lo nombran con ese rango e incluso
con el nombre y apellido) no puede creer lo que el terrorista le amenaza por teléfono y
ordena de inmediato que se junten los hindúes más malos actores de los que se
tenga memoria en una pieza que nada tiene que envidiarle a la oficina del
extraterrestre en jefe de Plan 9 From Outter Space, en donde
unas mesas de madera re pedorras con unos manteles azules y unas notebooks muy
rudimentarias comprenden la "Secretaría de Inteligencia de Sri Lanka" que
intentará dar con el terrorista.
Entonces el Subinspector General de Policía Morris Da Silva convoca a su
mano derecha, para que lo ayude con este dilema, compuesto por un flaquito
hindú (hijo del director) con muchísima cara de bueno a quien le pusieron de nombre “Mojidín”,
entonces todo el tiempo lo llama: “Mojidín, ven”, “Atrapa a ese malhechor, Mojidín”, “Mojidín,
sírveme un café”, “Mojidín, comunícate con el ministro tal” “¡Salva el mundo,
Mojidín!” y no te podés llamar Mojidín y suponer que va a tener la misma fuerza
policial o energía temeraria de héroe que si te llamaras Jackson, o López. Así
que pobrecito Mojidín va de acá para allá con ese nombrecito que nos recuerda
que tenemos que ir al baño mientras aparece en escena el “policía recio”,
compuesto de manera muy escatológica por otro hindú que jamás en su vida tomó
una sola clase de actuación mientras docenas de extras que no saben ni siquiera
lo que es una película van para allá y para acá llevando papeles hasta que el Subinspector
General de Policía Morris Da Silva, cansado ya de no conseguir encontrar al
terrorista, decide contratar a un hacker para descubrir la locación de Ben Ghandi Kingsley. Y si el policía recio
hasta aquí era el actor más malo que usted haya visto en el mundo entero, le
duró poco el trono, porque aquí está con ustedes el hindú que hace de hacker, para
quien ya se me acaban los adjetivos y no puedo ni siquiera catalogarlo, pero
imagine usted un tapir intentando componer a un hacker…, bueno, algo así.
Y entonces acatan las órdenes de Ghandi, liberan a los guerreros presos,
los ponen en un avioncito para que se vayan lejos y sean felices sembrando el
terror por dónde quiera que vayan pero al final Ben Ghandi Kingsley no es otro que ¡un señor más bueno que Ghandi! (¡¿habiendo tantos actores justo a Ben
Kingsley le van a pedir que haga de malo?! ¡Si no puede!) Entonces vuela el
avioncito (lo explota) y los
guerreros liberados en realidad mueren ajusticiados y carbonizados y se hizo
justicia entonces para sorpresa del Subinspector General de Policía Morris Da
Silva toda la policía de Sri Lanka deja de intentar ubicar al malo-bueno porque
hizo justicia por mano propia, así que les grita que sigan buscando
pero nadie lo busca más, incluso el hacker-tapir quien finalmente se saca los cancheros lentes negros y nos muestra los ojos y entonces el Subinspector General de
Policía Morris Da Silva decide hacer justicia por mano propia y sale en su 4x4
a buscar al malo-bueno y lo encuentra en una parada de tren, pero al final lo
perdona.
He visto muchas películas malas en mi vida. A Common Man, sin
exagerar, está entre las diez más exquisitamente malas de mi colección
personal.
No vaya a alquilar esta soretera película de terroristas si no quiere
perder el juicio y volverse loco y salir en bolas y a los gritos por la peatonal vociferando como un poseído ¡Subinspector General de Policía Morris Da Silva,
Subinspector General de Policía Morris Da Silva!
Hágame caso una vez en la vida.
Le pongo Cero Juanpablos.
3 comentarios:
Esta buena desde la prespectiva de conocer los gustos de cine en otras partes del mundo ( india y medio oriente ). Como puedes vender aire en España, Francia o la India: pues conociendo el mercado para empezar.
Esta buena desde la prespectiva de conocer los gustos de cine en otras partes del mundo ( india y medio oriente ). Como puedes vender aire en España, Francia o la India: pues conociendo el mercado para empezar.
Eso es cierto, y lo que nos deja esta enseñanza: Qué cine espantoso se mira en esos lares!
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