Con: Jean-Claude
Van Damme, Joe
Flanigan, Anna-Louise
Plowman, Charlotte
Beaumont, Steve
Nicolson, Uriel
Emil Pollack, Louis
Dempsey, Kristopher
Van Varenberg que hace de hijo de Juan Claudio pero no lo es
en la vida real y gran elenco
Dirección: Ernie Barbarash
Juan Claudio vuelve a la pantalla grande en la
piel del temible Samson -porque siempre tienen esos nombres recios, que remembran fuerza y músculos, nunca un "José Luís", un "Iñigo", un "Adelqui". No, siempre Samson, Zeus, Godzilla, ese tipo de nombre bien descriptivo-, un carnicero borracho que, a base de litros de vodka y
horribles recuerdos de su pasado como soldado belga, se gana la vida vendiendo
filetes de hígado y rescatando por las tardes, una vez cerrada la carnicería,
niños que han sido sustraídos de sus padres para luego utilizarlos en el
mercado de la prostitución infantil.
Así que ni bien se hacen las siete, siete y
media y el sol se va poniendo tras los edificios en Antwerpen, Juan Claudio limpia sus manos en el delantal de carnicero, abre la
heladera, toma un trago de vodka –unos tragos, bastantes tragos-, se pega en la cara una
barba candado de muy mala calidad intentando un
ineficaz camuflaje, y parte hacia una de estas mansiones que hay en la ciudad infestadas
de niños a los que están prostituyendo con el claro fin de socorrer a uno de
ellos -y con su barba candado estilo “Eduardo Feinman” que ni el propio Feinman,
inmerso en la más cruda borrachera a la que accediere luego de fumarse un
charuto de flor, tomaría como real-. Pero para nuestra sorpresa, la centena de matones que protegen al mafioso que comercia niños no solo no la advierten sino que
tampoco reconocen al célebre patadista Belga detrás del tonto camuflaje, que se nota a cuatro cuadras que es el mismísimo Jean-Claude Van Damme, por lo
que éste consigue ingresar como Pancho por su casa y se pide un gin tonic a la espera de ser
atendido por el peligroso mafioso, con quien tiene una cita para alquilar por
un par de horitas a un niño secuestrado y así satisfacer -supuestamente- sus
deseos más perversos de viejo enfermo.
Y cuando finalmente se reúne con el regente
del local, éste tampoco descubre al célebre patadista belga detrás del tonto
camuflaje y le habla en un inglés de mierda y le pide el dinero. Jean-Claude se
lo da en silencio, hamacando su trago con parsimonia -al que le agregó un extraño líquido delante de la vista de todo el mundo- mientras el regente le señala
que no le gustan los clientes que hablan poco, porque lo ponen nervioso. Y Jean-Claude
insiste en guardar silencio detrás de su barba de cotillón mientras continua
con el bamboleo del vaso de gin y se abre una puerta y aparece en escena el
niño que debe rescatar, que es un jovencito de 10 años.
Juan Claudio intenta no poner cara de
indignación, venganza y necesidad inmediata de justicia, pero no lo logra,
aunque solo usted y yo veremos ese gesto en su rostro, los mafiosos solo ríen y
cuentan el dinero que Van Damme pagó por el servicio con el niño mientras éste,
imposibilitado de seguir soportando el momento, revolea para atrás el vaso de
gin –que en lugar de gin tiene una terrible sustancia quemadora- que pega de lleno y con gran puntería en la cara de un secuaz, quien cae al piso meta gritar de dolor mientras
Juan Claudio comienza a patada limpia armado con un simple tramontina que robó de un escritorio. Y apuñala a todo el mundo.
Luego toma al jovencito -que cuando lo ve
entrar a su habitación pone cara de “otra vez me la van a poner” y esa escena
es muy desagradable- y huyen del lugar en una moto mientras los secuaces intentan
perseguirlos entre montones de vehículos de alta gama que van explotando detrás
del paso de Van Damme y el niño. Pero al día siguiente, cuando Juan Claudio
despierta y pretende abrir la carnicería y clavarse unos tragos de vodka, es llamado por la policía para que se
apersone en la mansión, ya que gracias a su intromisión en la investigación policíaca
murieron dos niñitas calcinadas que también eran prostituidas.
Horror. Lamento. Arrepentimiento. Más alcohol.
Horror. Lamento. Arrepentimiento. Más alcohol.
Esto destroza a Juan Claudio, quien se
sumerge aún más en el vodka con tesón mientras llega a la ciudad el célebre Andrew
Fayden, un ex campeón de ese deporte nuevo y pelotudo de box donde “vale todo”
que viene a dar una exhibición o algo así con su mujer muy mal actriz y su jovencísima
hija de 14 años (…) quien es secuestrada del hotel donde se hospedan a las
pocas horas de haber arribado de la misma exacta manera en que ocurriere en Taken, solo que muy mal actuado, horrorosamente pensado, difundido y diagramado y escatológicamente obvio.
Así que Fayden se hunde en una depresión muy
mal actuada, su mujer lo acompaña en la mal actuación con gran celeridad y
juntos intentan convencer a Juan Claudio para que los ayude a buscar a su bella hija
antes de que ésta sea violada por un colectivo de dos pisos de viejos pervertidos,
pero Juan Claudio ya no quiere trabajar, todo el tiempo se le aparecen los
fantasmas de las dos niñitas calcinadas que solo desaparecen luego de media
botella de vodka, aunque luego acepta la propuesta (gracias a Dios, sino la
película hubiese terminado ahí) y rescatan a la niña mientras el malo muere a
manos de otra niña que escapa en el revoleo, quien toma un arma del piso que
contiene 6 balas y se las dispara en la cabeza y en el cuerpo, presa de un inocultable
trance vengativo y dándole nombre a esta película.
Así que ya lo sabe, no voy a ser yo quien le
diga que esta película de Jean-Claude Van Damme es mala, usted ya es grandecito
y debería saberlo por cuenta propia. Van Damme continúa con un físico que daría
envidia al propio Sergio Goycochea pero ya está más para ir a pescar y dejarse de joder. Como la
semana pasada, que fueron de pesca todos los famosos forzudos juntos y Stallone,
que era el que más sabía del arte de pescar, siente que el lugar que están navegando
es propicio para detenerse y probar pique, así que le grita a Arnold que tire
el ancla, pero Arnold le dice que no hace falta, que ¡ya ancló Van Damme!.
Cueeec!
Cueeec!
Le pongo 2 Juanpablos, la parte en que el
policía joven que hace de hijo del patadista belga le da a éste un beso en la
mejilla me dejó buscando en los títulos si no era el propio hijo en la vida
real porque ¿quién le da un beso en la mejilla a Jean-Claude Van Damme?? Yo no
lo haría, por más que esté en el libreto.
1 comentario:
Si, es el hijo de Juan Claudio nomás...
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