Con: Owen Wilson, Zach Galifianakis, Amy
Poehler, Laura Ramsey y elenco
Dirección: Matthew Weiner
El problema de este tipo de películas yankies
en donde hay en apariencia un mensaje de bondad o de "luz al final del túnel" o de “tú puedes” o de
solidaridad o de revelaciones que hacen que uno cambie repentinamente el rumbo
de su vida es precisamente que las situaciones por las que los protagonistas
atraviesan son escenarios por completo norteamericanos, donde uno puede pasarse
la vida fumando marihuana en una casa rodante hasta que de pronto, ¡Zas!, muere
un familiar y te deja 3 palos verdes y una estancia. Y todo está resuelto.
Y lo mismo ocurre con la hermana interesada por
la herencia, quien –solo en EEUU- se puede dar el gusto de hacer sus infundados
reclamos total, hay tanta pero tanta plata para repartir que de alguna manera
vamos a salir adelante.
O el caso de la jovencísima novia del finado,
quien ganó en el casting porque necesitaban exactamente una mina así de hippie, hermosa, naturista y amante de las cosas claras.
Y ni hablar de Wilson y Galifianakis, talentosos insuperables a la hora
de poner el caset y hacer de ellos mismos sin correr una coma de sus recientes
actuaciones…
En definitiva, los directores o escritores de este tipo de historias
deberían plantearse que hay muchísima más gente en el mundo con este exacto
problema pero sin la suerte de cobrar tremenda herencia y que, una vez que la
papa quema, no tienen para donde puta correr y, encima, deben hacerse cargo de
las deudas de quien murió.
Así que le pongo 3 Juanpablos, y me quedo largo.
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