Con: Andrew Howard, Barbara Nedeljakova, Edward Hogg y gran elenco
Dirección: Tammi Sutton
Resulta que este pelado inadmisible que se pasa
la vida protagonizando películas de acción de mala calidad y que a pesar de mi
vasta experiencia en lo que a películas malas se refiera al día de hoy no puedo
entender cómo es que sigue consiguiendo roles y manuscritos y productores que
le financien sus perversas pelotudeces, se pone en la piel del ¿temible?
“Darius”, un severo capo de la mafia a quien no le temblará el pulso a la hora
de acabar a cualquiera de sus esbirros si alguno de estos osara faltarle el
respeto, robarle dinero o enfiestarse con su mujer.
Así que una mañana, dos malísimos actores
llevan al medio de un bosque a otro malísimo actor en pijama para que Darius se
cobre venganza y le haga pagar aquello que hizo que lo depositó en este triste
momento de su en poco más terminada vida. Entonces Darius, con un bonito
labrador a su lado le apunta con un escopetón a la cara y le reclama, casi
calcado de la película “The Godfather” pero 40 años después y sin el más mínimo
respeto, todo lo que Michael Corleone le hubiese dicho a John Cazale pero por
supuesto sin onda, sin el más mínimo talento actoral y sin al menos ruborizarse
por defecar encima de tan épica escena de antaño mientras el esbirro presto a
morir ajusticiado intenta llorar y no lo consigue exclamando que él no lo hizo (nunca se sabe qué es lo que hizo, solo
hablan vaguedades y jamás aclaran qué pasó). Esto hace enojar tremendamente
a nuestro implacable capo de la mafia, quien le dice que “no insulte su
inteligencia” provocándome una inclemente acidez estomacal para luego apuntar
con la escopeta a la cara de su esbirro, amenazar con gatillarle de una vez
para de inmediato correr la escopeta y reventar a su pobre perrito haciéndole
un boquete en el lomo.
Sorpresa. Horror. Can asesinado injustamente.
Todos quedan perplejos. Los esbirros, el
condenado, el propio can, quien a punto de morir mira a su amo como diciendo
“le erraste, boludo”, y yo, que no creí que la escena fuera a superarse de esta
forma.
Darius, inconsolable, se arrodilla y acaricia a
su perro, pidiéndole perdón pero recordándole los días en que cuando le tiraba
un palito se lo traía, o cuando le decía que no hiciera pis sobre el tapete le
obedecía, y que hacía mucho tiempo que ya no era el perro de antes. Y su padre
siempre le dijo, que cuando un perro ya no sirve como otrora, lo mejor es
sacárselo de encima y conseguirse otro perro.
Luego se pone de pie, empuña la escopeta, le
advierte a su condenado que no gastará un cartucho en él y el condenado se
alivia, justo antes de recibir un culatazo en la jeta y luego ser asesinado con
un atizador de leña.
Mientras tanto, en la mansión del temible capo
de la mafia, un sinnúmero de extras arrancados de las propias familias de quienes
produjeron esta inconciencia se hacen los mafiosos, fuman habanos y toman
cognac mientras Darius hace desfilar a su mujer por la sala, quien tiene un
pavoroso parecido con Mónica Belucci -y cuando
uno la advierte en un primer pantallazo se queda un instante espantado,
suponiendo a la bella actriz cayendo tan pero tan bajo como para participar en
esta falta de respeto a la razón, pero no, es muy parecida nada más-, y les
dice a sus amigotes que ella es su mujer y que si quieren se la cojan entre
varios, invitación más que aplaudida por todos y cada uno de los perdedores que
hacen de mafiosos quienes de inmediato ponen a la morocha sobre una mesa de
pool y toquetean sin parar ante la mirada ¿perversa? de Darius, quien se sienta
a contemplar cómo violan a su amada meta sorber su copa de cognac.
Y ahí la saqué, ustedes perdonen, pero
realmente, ya de por sí haber sido testigo de aquella primera escena en donde
Andrew Howard buscando en lo más visceral de su intento de talento pretendía
emular a Al Pacino para luego ser partícipe innecesario de esta otra escena más
patética que nada de lo que he visto en años, fue demasiado.
No entiendo cómo hace para seguir trabajando en
estas películas, quizás ése sea su talento innato.
Andrew Howard es un talentoso. Yo no podría colaborar
siquiera en una película mala. No podría convencer a nadie de me filmen una
película.
Ponerle 1 Juanpablo sería darle un punto a este
pelado siniestro, así que mejor no la califiquemos, no vaya a ser cosa que otro
productor adormecido vuelva a pisar el palito.
Dejen de contratar a Andrew Howard. Es un muy
mal actor y nada de lo que hace tiene sentido alguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario