lunes, 15 de septiembre de 2014

Isle of Dogs (2011)






Con: Andrew Howard, Barbara Nedeljakova, Edward Hogg y gran elenco

Dirección: Tammi Sutton


Resulta que este pelado inadmisible que se pasa la vida protagonizando películas de acción de mala calidad y que a pesar de mi vasta experiencia en lo que a películas malas se refiera al día de hoy no puedo entender cómo es que sigue consiguiendo roles y manuscritos y productores que le financien sus perversas pelotudeces, se pone en la piel del ¿temible? “Darius”, un severo capo de la mafia a quien no le temblará el pulso a la hora de acabar a cualquiera de sus esbirros si alguno de estos osara faltarle el respeto, robarle dinero o enfiestarse con su mujer.

Así que una mañana, dos malísimos actores llevan al medio de un bosque a otro malísimo actor en pijama para que Darius se cobre venganza y le haga pagar aquello que hizo que lo depositó en este triste momento de su en poco más terminada vida. Entonces Darius, con un bonito labrador a su lado le apunta con un escopetón a la cara y le reclama, casi calcado de la película “The Godfather” pero 40 años después y sin el más mínimo respeto, todo lo que Michael Corleone le hubiese dicho a John Cazale pero por supuesto sin onda, sin el más mínimo talento actoral y sin al menos ruborizarse por defecar encima de tan épica escena de antaño mientras el esbirro presto a morir ajusticiado intenta llorar y no lo consigue exclamando que él no lo hizo (nunca se sabe qué es lo que hizo, solo hablan vaguedades y jamás aclaran qué pasó). Esto hace enojar tremendamente a nuestro implacable capo de la mafia, quien le dice que “no insulte su inteligencia” provocándome una inclemente acidez estomacal para luego apuntar con la escopeta a la cara de su esbirro, amenazar con gatillarle de una vez para de inmediato correr la escopeta y reventar a su pobre perrito haciéndole un boquete en el lomo.

Sorpresa. Horror. Can asesinado injustamente.

Todos quedan perplejos. Los esbirros, el condenado, el propio can, quien a punto de morir mira a su amo como diciendo “le erraste, boludo”, y yo, que no creí que la escena fuera a superarse de esta forma.

Darius, inconsolable, se arrodilla y acaricia a su perro, pidiéndole perdón pero recordándole los días en que cuando le tiraba un palito se lo traía, o cuando le decía que no hiciera pis sobre el tapete le obedecía, y que hacía mucho tiempo que ya no era el perro de antes. Y su padre siempre le dijo, que cuando un perro ya no sirve como otrora, lo mejor es sacárselo de encima y conseguirse otro perro.

Luego se pone de pie, empuña la escopeta, le advierte a su condenado que no gastará un cartucho en él y el condenado se alivia, justo antes de recibir un culatazo en la jeta y luego ser asesinado con un atizador de leña.

Mientras tanto, en la mansión del temible capo de la mafia, un sinnúmero de extras arrancados de las propias familias de quienes produjeron esta inconciencia se hacen los mafiosos, fuman habanos y toman cognac mientras Darius hace desfilar a su mujer por la sala, quien tiene un pavoroso parecido con Mónica Belucci -y cuando uno la advierte en un primer pantallazo se queda un instante espantado, suponiendo a la bella actriz cayendo tan pero tan bajo como para participar en esta falta de respeto a la razón, pero no, es muy parecida nada más-, y les dice a sus amigotes que ella es su mujer y que si quieren se la cojan entre varios, invitación más que aplaudida por todos y cada uno de los perdedores que hacen de mafiosos quienes de inmediato ponen a la morocha sobre una mesa de pool y toquetean sin parar ante la mirada ¿perversa? de Darius, quien se sienta a contemplar cómo violan a su amada meta sorber su copa de cognac.

Y ahí la saqué, ustedes perdonen, pero realmente, ya de por sí haber sido testigo de aquella primera escena en donde Andrew Howard buscando en lo más visceral de su intento de talento pretendía emular a Al Pacino para luego ser partícipe innecesario de esta otra escena más patética que nada de lo que he visto en años, fue demasiado.

No entiendo cómo hace para seguir trabajando en estas películas, quizás ése sea su talento innato.

Andrew Howard es un talentoso. Yo no podría colaborar siquiera en una película mala. No podría convencer a nadie de me filmen una película.

Ponerle 1 Juanpablo sería darle un punto a este pelado siniestro, así que mejor no la califiquemos, no vaya a ser cosa que otro productor adormecido vuelva a pisar el palito.

Dejen de contratar a Andrew Howard. Es un muy mal actor y nada de lo que hace tiene sentido alguno.



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