lunes, 25 de marzo de 2013

One in the Chamber (2012)






 
Con: Dolph Lundgren, Cuba Gooding Jr., Billy Murray (no te podés llamar así, no seas imbécil), Louis Mandylor, Leo Gregory y Claudia Bassols

Dirección: William Kaufman


Resulta que en un nuevo y fracasado intento por mantenerse aunque más no sea agarrado del pasamanos de la puerta del veloz y brincante colectivo de la fama, Cuba Gooding Jr, el actor con nombre de equipo de futbol que hiciere papeles memorables en su juventud más plena pero que ahora, cerca de los 50, está de vuelta, abandonado por las grandes ligas y ninguneado por todo el mundo, insiste con esta nueva producción cinematográfica en donde compone el temerario papel de “Ray Carver”, un asesino a sueldo de fría sangre de lagarto que vive viajando de aquí para allá con siniestros trabajos por cumplir. Hay que matar a éste. Hay que limpiar a aquel otro. Éste también, pero debe parecer un accidente. A éste que lo piso un tren de carga. Y así.

Entonces, como en una aparatosa catarata innecesaria e irrelevante, el editor del film comienza a pausar las escenas con gran contraste, mostrando primeros planos en cámara de pronto súper lenta de un sinnúmero de extras rusos y, con música de impacto, tipea, con letras re copadas: “Dimitri Nureyev – jefe del clan Pirulo”, para luego mostrar a otro extra ruso, mucho más mal actor que el anterior y ponerlo también en sorpresiva cámara lenta y tipear sobre su pecho: “Serguei Karamazof – jefe del clan Fangulo” y así, y así, hasta que a uno se le hace un terrible matete indestripable de tanta información al pedo, que hace que le dé lo mismo que negro mate a Dmitri o a Serguey, o a Yuri, o a Vladimir, o a Mijail, o a Nicolay, o a Alexey. O a Ivanov, Popov y la re puta madre de Lenín, qué carajo me importa quién es uno y quién el otro si al fin y al cabo son todos extras que no necesitamos conocerlos ya que no influyen en nada en el desarrollo de la trama!

Así es entonces que Cuba se alquila un departamento frente de la mansión de uno de estos rusos poderosos, apoya un terrible fusil de largo alcance con la mira telescópica más engreída que usted haya visto y, una vez que Dmitri y Nicolay (o como se llamen estos dos primeros extras rusos) se juntan a hablar y mal actuar sobre temas de droga, todos emperifollados con oro y lentes Ray-Ban, llenos de rusitas re ponibles alrededor. El negro dispara y hace mierda a uno, pero le falta el otro, justo al que verdaderamente debía asesinar. Así que ahora Alexey, o Yuri, o aquel que le encomendó el trabajo (ya no recuerdo su nombre), se enoja. Y se enoja como lo hacen los rusos, con la voz bien gruesa y hablando en ruso montones de blasfemias rusas inentendibles.

Llama al mal actor que hace de puente entre Cuba y los trabajos de incógnito a realizar y le dice que le diga al negro que está muerto. Que ahora va a contratar al más temerario de todos los temerarios que habitan el planeta y le pagará "lo que sea" sólo para que acabe con su miserable vida, por haber osado no matar a Dmitri, o a Nicolay, ya no recuerdo cuál fue el que sobrevivió en lugar de sí acabar con Yuri o Serguey, que a ese no había que matarlo. Y uno se pregunta, ¿no?, si había un temerario asesino a sueldo mucho más copado que el negro, ¿por qué no lo contrató de entrada? Y otra cosa, ¿no sería mejor matar al pelotudo que mandó tanta información al pedo de nombres rusos al principio? ¡Quien sabe a Cuba le agarró el mismo matete que a nosotros, pobre Gooding Jr!

Desazón. Indignación. Intriga.

Así es que aparece en escena el viejo Dolph Lundgren, disfrazado de Frank Sinatra, con un sombrerito por demás de ridículo, un descapotable setentoso y un perrito re de afeminado, y se entrevista con los hermanos Karamasov, o Karadajian, ya no recuerdo cómo se llaman.

Hermano mayor le dice que haga mierda al negro y que no se preocupe por el tema de la plata. Ivan Drago sale a hacer su trabajo pero, oh, contrariedad, resulta que no es tan fácil matar al negro porque, como ya ha ocurrido en las últimas 50 películas de asesinos a sueldo que deben limpiarse mutuamente, terminan cagándose bien a trompadas para, en medio de tanta destreza, proeza y ensañamiento profesional temerario, ambos dos logran contemplar entre medio de las piñas y los esquivos de cuchillazos, qué buen asesino a sueldo es el otro y, en otro momento de rápida conclusión, mientras se siguen dando con tuti, ambos dos se imaginan para sí, qué gran equipo formarían si trabajaran juntos.

Así es entonces que Cuba se vuelve a Connecticut o donde sea que este mal actor vive y, al tiempito nomás, un día llega a su departamento y se encuentra con Ivan Drago y su perrito cachuchero, que lo mira y le tuerce una sonrisa amigable. Y se hacen amigos. Y la película termina dejándolo a uno con la impresión de que, de ahí en más, solo trabajarán juntos, irán al cine juntos y dormirán juntos, por qué no. Y uno se queda mirando el tele, como preguntándose: ¿y a mí qué carajo me importa qué harán estos dos cuates de sus vidas? Estarían buenísimo que no trabajaran más juntos, porque esto que vi es un bodrio trillado digno de prenderlo fuego.

Así que ya lo sabe, tenga mucho cuidado, que esta película ¡es lo que parece!

Le pongo 2 Juanpablos. El pelotudo ese que se llama Billy Murray debería haberse puesto una sedería o una fábrica de sifones de soda, no te podés llamar Billy Murray habiendo un actor del carajo que se llama Bill Murray, por favor. Compostura, ante todo. Y respeto a tus mayores, inadaptado mental.

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