lunes, 24 de junio de 2013

Boa Vs. Python (2004)





Con: David Hewlett, Joseph Packard, Jaime Bergman, Kirk B.R. Woller, Adamo Palladino, Angel Boris Reed, Marianne Stanicheva y Griff Furst


Dirección: David Flores



No iba a criticar esta película porque realmente no vale la pena, la vi cuando hace unas semanas aún no había salido el aluvión de estrenos buenos y malos que han salido este mes, y realmente ya había visto todo y los chicos del video me la recomendaron por mi condición de "amante de películas horribles", pero esto es demasiado.

Hay que ser hijo de puta para hacer una película así y pretender cualquier cosa a cambio que no sea el fracaso total y absoluto y ver tu nombre anotado en una lista roja para siempre, porque ni siquiera sirve para decir “trabajé en una película”. Aquellos que participaron en esta mierda inmunda deberían ocultarse en un sótano de esos que tienen en el sur de Norteamérica, que sirven para soportar tornados, y quedarse ahí con un montón de imanes de delivery de pizzas y no salir nunca más a ver la luz del sol, por temor al linchamiento. Aunque debo aprevechar la ocasión para señalar dos cuestiones que me hicieron reír e indignar, a saber:

Reir:
La película comienza con un forzudo y súper trabado mal actor que fuma habanos intentando (al menos eso supongo) parecerse a Arnold en Predator -aunque sin lograrlo ni en la más oscurantista, surrealista y art decó de las borracheras que uno pueda agarrarse-, que va en un avión privado con su novia -que está muy buena- y la tipa decide darse un baño de inmersión (en el avión, porque el avión tiene bañadera) y desnuda su aceitado y curvo cuerpo mostrando un enorme tatuaje de una cobra en posición de ataque que adorna toda su sensual espalda.

Al rato, la copia ilegal de Arnold, haciéndole un chiste, le tira una serpiente en la bañadera, y la joven sale toda mojada, en pelotas y súper indignada recordándole con un dedo inquisidor que él sabe muy bien que ella, a pesar del tatuajetote que porta en la espalda, odia las serpientes, por lo que escupí flor de risotada sin poder evitarlo.

Indignar:

En otro triste momento del film, el actor que hace de científico experto en serpientes dialoga con la rubia pelotuda de la película mientras esperan que venga una de las dos viborazas mal hechas por computadora al lugar donde ellos se encuentran para practicarle una tediosa emboscada, y la rubia le pregunta por qué le gustan tanto las serpientes. Y el científico, con una cara de nostalgia y tristeza que no logra componer ni por asomo y mirando un supuesto horizonte en el sótano de concreto donde se encuentran guarecidos, le cuenta que cuando era chico, él y su pequeña hermana vivían en una “aldea”, a las afueras de Buenos Aires, donde su hermana fue picada y luego muerta por una serpiente y yo me pregunto, ¿por qué no nos dejan tranquilos a nosotros con estas películas de mierda? ¿qué necesidad había? Realmente, porque a mí me importa tres carajos que este pelotudo suponga que a las afueras de Buenos Aires hay aldeas o pigmeos o matorrales llenos de serpientes, realmente me tiene sin cuidado, que crea lo que quiera y que se meta una víbora en el orto, pero la próxima vez elijan hablar de otra población que suponen inferior y en taparrabos. Manden de vez en cuando un Viña del Mar, un Caracas, no nos jodan más a nosotros con sus pelotudeces, ¿siempre Buenos Aires es sinónimo de “aldea llena de seres desurbanizados e inadaptados que se sacan los mocos con frenesí y mueren sin remedio ante las más evitables alimañas que hubiere en el mundo”?

Váyanse a cagar.

Me tienen remil puta podrido estas películas de mierda que para lo único que sirven es para ponerme remil puta podrido con estas películas de mierda.

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