domingo, 2 de junio de 2013

Lake Placid -The Final Chapter (2012)








Con: Elisabeth Röhm, Yancy Butler, Paul Nicholls, Poppy Lee Friar, Benedict Smith, Caroline Ford, Scarlett Byrne, Daniel Black, Jeff Stewart y la inefable actuación del más capito de todos, Robert Englund.

Dirección: Don Michael Paul


Cuando un director agarra y le dice a sus dirigidos que amplifiquen las personalidades de sus composiciones al punto de la ebullición empalagosa más súper zarpada de la galaxia y del cosmos se producen este tipo de films increíbles que contaré a continuación.

Resulta que Reba, una experimentada mujer caza cocodrilos irónica y escéptica hasta la médula misma del dios de las ironías vuelve a Lake Placid a acabar con unos muy mal hechos con una commodore64 cocodrilos que ni siquiera consiguieron hacerlos caminar con sensualidad de lagarto produciendo unas imágenes de persecuciones con gigantescos cocodrilos que pareciera que hubieran agarrado unos muñequitos plásticos por el tronco y los hubieran movido a mano como lo hacíamos de niños, cuando jugábamos solos en la pieza mientras nuestros padres estaban en el trabajo.

Y entonces vuelve y hay todo un gran lugar cercado por unas cercas electrificadas precisamente para que los cocodrilos no se acerquen con el fin de tenerlos alejados.

Y justo la casualidad de esta vida nos muestra cómo en el preciso instante en que Reba y sus compañeros de film vuelven a la carga con su venganza cocodril, viene un cocodrilazo mal caminando torpemente por la ruta pero no logra agarrar a sus víctimas, que consiguen entrar al predio electrificado por un pelito (en realidad está electrificado por un alambrado re grueso y re electrificado, no va a estar electrificado “por un pelito” porque le haría cosquillas hasta al diminuto cocodrilito de las chombas Lacoste, usted sabe a qué me refiero).

Así es que cuando entran al predio nadie viene a recibirlos, y se quedan con la espalda pegada al alambrado y cara de preocupación mirando para dentro sin entender por qué motivo nadie viene a recibirlos, y miran para todos los puntos cardinales con preocupación hasta que la Sheriff rubia y medio machona advierte "a lo cerca" una mancha de sangre en el piso, y la señala con un dedo como si estuviera señalando una montaña, pero con el dedo apuntado a solo dos metros de donde todos están parados con cara de no entender qué pasa (y si esto va a ser así, entonces mejor que venga el cocodrilo y se los coma porque no pueden ser tan pelotudos de haber hecho esta escena). Y todos caminan dos pasos y se agachan rodeando la manchota de sangre que tuvieron todo el tiempo frente a sus narices pero que no la "avistaban" que explica por qué cazzo nadie vino a recibirlos, porque todos han muerto masticados.

Mientras tanto, en medio de la pequeña ciudad donde transcurre esta inconveniencia, un grupo de jóvenes universitarios se dispone a tomar unas malteadas en un barcito a orillas del lago, y la dulce Chloe, hija de la Sheriff machona a la que el director le dijo que debía sonreír todo el maldito tiempo para describir a una dulce y virgen rubiecita, junta coraje y le cuenta a su madre Sheriff que irá al lago a acampar por el finde cuando el joven apuesto del film y pretendiente de todas las jovencitas del lugar aparece por el bar mostrando cómo sus torneados músculos sostienen una malteada en cada mano mientras las chicas del film se orinan de placer y yo me quiero cortar las pelotas con un cuchillo de esos para untar manteca. Y Sheriff le hace un guiño cómplice a su hija, como diciéndole “Ve, hija. Ve al campamento y vuelve con la cacerola inflamada de tanto ponerla”, y la hija se sonroja, avergüenza y, muy por encima de estos dos estadíos faciales: ¡SE SONRÍE AL PUNTO DE LA EMPALAGACIÓN MÁS ESCANDALOSA!

Así es entonces que el grupo de jóvenes parte rumbo a un lago que NO ES EL DE LOS COCODRILOS PORQUE AHÍ NO SE PUEDE ENTRAR PORQUE ESTÁ EL CERCO ELECTRIFICADO pero en un doméstico y pelotudísimo accidente, el chofer del colectivo maneja por el sendero al lago mirando un videíto porno en su celular sin prestar atención no sólo a que no dobló en la bifurcación hacia un lago o EL OTRO, sino que también logra ingresar al predio electrificado que alguien dejó abierto de par en par para que pueda pasar un enorme colectivo LLENO DE APETECIBLES ESTUDIANTES.

Y bueno, los cocodrilos se comen a todos los jóvenes que no son ni Chloe, ni apuesto Jovencito, ni la novia de éste ni la mejor amiga de Chloe, quienes logran escapar y esconderse de los cocodrilos en un rancho que encuentran por ahí donde se hacen amigos de Freddy Krugger, quien es el otro caza cocodrilos del film y quien al menos consigue evitar en el último tercio de la película que mueran Chloe, la hija del Sheriff y Max, el hijo del festejante de la Sheriff, quien trabajaba dentro del cerco y a comienzos de esta historia un cocodrilo lo tomó de las patas y se lo llevó como quien se lo come pero que mágicamente logró escapar de las fauces del saurópsido arcosaurio sin siquiera una puta fractura en los pies.

Y la película termina con Krugger mostrando su verdadero interés oculto, que era llevarse unos huevos de cocodrilo gigante para venderlos en el mercado negro o en mercadolibre, y los jovencitos siendo finalmente rescatados por Sheriff, su novio y Reba, la más irónica y escéptica mujer que yo haya visto en mi vida.

Y Krugger muere masticado y los huevos se rompen y los cocodrilos vuelven al lago, como diciendo “habrá más secuelas de esta pelotudez” a pesar del clarísimo y contundente título del film que enuncia, valeroso: “Capítulo Final”, dejando a Los Chalchaleros en claro segundo puesto en eso de mentir con que no tocan más para recaudar así montones de billetes contantes y sonantes.

Así que ya lo sabe, ni siquiera cometa el error de contemplar la posibilidad de alquilar esta huevadez biónica. No sirve ni para enojarse.


No hay comentarios: