Con: Elisabeth Röhm, Yancy
Butler, Paul
Nicholls, Poppy
Lee Friar, Benedict
Smith, Caroline
Ford, Scarlett
Byrne, Daniel
Black, Jeff
Stewart y la inefable actuación del más capito de todos, Robert Englund.
Dirección: Don Michael Paul
Cuando un director
agarra y le dice a sus dirigidos que amplifiquen las personalidades de sus
composiciones al punto de la ebullición empalagosa más súper zarpada de la
galaxia y del cosmos se producen este tipo de films increíbles que contaré a
continuación.
Resulta que Reba, una experimentada
mujer caza cocodrilos irónica y escéptica hasta la médula misma del dios de las
ironías vuelve a Lake Placid a acabar con unos muy mal hechos con una
commodore64 cocodrilos que ni siquiera consiguieron hacerlos caminar con
sensualidad de lagarto produciendo unas imágenes de persecuciones con gigantescos
cocodrilos que pareciera que hubieran agarrado unos muñequitos plásticos por el
tronco y los hubieran movido a mano como lo hacíamos de niños, cuando jugábamos
solos en la pieza mientras nuestros padres estaban en el trabajo.
Y entonces vuelve y
hay todo un gran lugar cercado por unas cercas electrificadas precisamente para
que los cocodrilos no se acerquen con el fin de tenerlos alejados.
Y justo la casualidad
de esta vida nos muestra cómo en el preciso instante en que Reba y sus compañeros de film vuelven a la
carga con su venganza cocodril, viene un cocodrilazo mal caminando torpemente
por la ruta pero no logra agarrar a sus víctimas, que consiguen entrar al
predio electrificado por un pelito (en realidad está electrificado por un
alambrado re grueso y re electrificado, no va a estar electrificado “por un
pelito” porque le haría cosquillas hasta al diminuto cocodrilito de las chombas
Lacoste, usted sabe a qué me refiero).
Así es que cuando
entran al predio nadie viene a recibirlos, y se quedan con la espalda pegada al
alambrado y cara de preocupación mirando para dentro sin entender por qué
motivo nadie viene a recibirlos, y miran para todos los puntos cardinales con
preocupación hasta que la Sheriff rubia y medio machona advierte "a lo cerca" una
mancha de sangre en el piso, y la señala con un dedo como si estuviera señalando una montaña, pero con el dedo apuntado a solo dos metros de donde
todos están parados con cara de no entender qué pasa (y si esto va a ser así,
entonces mejor que venga el cocodrilo y se los coma porque no pueden ser tan
pelotudos de haber hecho esta escena). Y todos caminan dos pasos y se agachan
rodeando la manchota de sangre que tuvieron todo el tiempo frente a sus narices pero que no la "avistaban" que explica por qué cazzo nadie vino a
recibirlos, porque todos han muerto masticados.
Mientras tanto, en
medio de la pequeña ciudad donde transcurre esta inconveniencia, un grupo de
jóvenes universitarios se dispone a tomar unas malteadas en un barcito a
orillas del lago, y la dulce Chloe, hija de la Sheriff machona a la que el
director le dijo que debía sonreír todo el maldito tiempo para describir a una
dulce y virgen rubiecita, junta coraje y le cuenta a su madre Sheriff que irá
al lago a acampar por el finde cuando el joven apuesto del film y pretendiente
de todas las jovencitas del lugar aparece por el bar mostrando cómo sus
torneados músculos sostienen una malteada en cada mano mientras las chicas del
film se orinan de placer y yo me quiero cortar las pelotas con un cuchillo de
esos para untar manteca. Y Sheriff le hace un guiño cómplice a su hija, como
diciéndole “Ve, hija. Ve al campamento y vuelve con la cacerola inflamada de
tanto ponerla”, y la hija se sonroja, avergüenza y, muy por encima de estos dos
estadíos faciales: ¡SE SONRÍE AL PUNTO DE LA EMPALAGACIÓN MÁS ESCANDALOSA!
Así es entonces que el
grupo de jóvenes parte rumbo a un lago que NO ES EL DE LOS COCODRILOS PORQUE
AHÍ NO SE PUEDE ENTRAR PORQUE ESTÁ EL CERCO ELECTRIFICADO pero en un doméstico
y pelotudísimo accidente, el chofer del colectivo maneja por el sendero al lago
mirando un videíto porno en su celular sin prestar atención no sólo a que no
dobló en la bifurcación hacia un lago o EL OTRO, sino que también logra ingresar
al predio electrificado que alguien dejó abierto de par en par para que pueda
pasar un enorme colectivo LLENO DE APETECIBLES ESTUDIANTES.
Y bueno, los
cocodrilos se comen a todos los jóvenes que no son ni Chloe, ni apuesto
Jovencito, ni la novia de éste ni la mejor amiga de Chloe, quienes logran
escapar y esconderse de los cocodrilos en un rancho que encuentran por ahí
donde se hacen amigos de Freddy Krugger, quien es el otro caza cocodrilos del
film y quien al menos consigue evitar en el último tercio de la película que mueran
Chloe, la hija del Sheriff y Max, el hijo del festejante de la Sheriff, quien
trabajaba dentro del cerco y a comienzos de esta historia un cocodrilo lo tomó de las
patas y se lo llevó como quien se lo come pero que mágicamente logró escapar de
las fauces del saurópsido arcosaurio sin siquiera una puta fractura en los pies.
Y la película termina
con Krugger mostrando su verdadero interés oculto, que era llevarse unos huevos
de cocodrilo gigante para venderlos en el mercado negro o en mercadolibre, y
los jovencitos siendo finalmente rescatados por Sheriff, su novio y Reba, la
más irónica y escéptica mujer que yo haya visto en mi vida.
Y Krugger muere masticado y los
huevos se rompen y los cocodrilos vuelven al lago, como diciendo “habrá más
secuelas de esta pelotudez” a pesar del clarísimo y contundente título del film
que enuncia, valeroso: “Capítulo Final”, dejando a Los Chalchaleros en claro
segundo puesto en eso de mentir con que no tocan más para recaudar así montones
de billetes contantes y sonantes.
Así que ya lo sabe, ni
siquiera cometa el error de contemplar la posibilidad de alquilar esta huevadez
biónica. No sirve ni para enojarse.
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