Con: Kit Harington, Emil Browning, Kiefer
Sutherland, Carrie-Ann Moss, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Jessica Lucas, Jared
Harris, Joe Pingue y gran elenco
Dirección: Paul W.E. Anderson
Resulta que unos productores de "films con
efectos especiales zarpados", envalentonados luego de la reciente erupción del volcán
Puyehue y alimentados con aquellas sorprendentes fotografías de
la explosión de gruesa ceniza atacada por los más siniestros rayos y centellas
provenientes de aquellas inhóspitas entrañas planetarias, decidieron revivir la trágica historia
de Pompeya abrazándose a contar una bella y boludísima historia de amor entre
un esclavo y una princesa, quien al verlo pasar atado de pies y manos mientras
era flagelado sin descanso por los guardias que lo guiaban a su calabozo, no
pudo dejar de admitir con su dama de compañía que el joven, aparentemente,
habría estado más bueno que comer pollo con la mano ya que habría portado unos
suculentos abdominales recontra marcadísimos que ni el más preparado de los
salvajes y rústicos esclavos de aquella época habrían siquiera imaginado vestir en sus
magras panzas de salvaje cagado de hambre que jamás conoció un gimnasio ni un guiso de lentejas aunque este no sea el
caso de nuestro querido protagonista, quien luce un físico bastante parecido al
de Cristian Sancho –situación imposible y
altamente fantasiosa ya que en la época de Pompeya aún no se había inventado la
ropa interior Eyelit-.
Y la joven princesa, al verlo, no puede dejar
de mostrarse cachonda a su paso, frunciendo unos cautivantes labios (faciales, si también frunció los labios vaginales no quedó plasmado en el film) que porta
con orgullo en su, no vamos a negarlo, perfecto rostro, cuando de pronto, ¡zas!,
¡Miguel Mateos! y un feo pozo en el camino frenan su carroza hiriendo de muerte
a uno de sus caballos. De inmediato, el horror. Un guardia se dispone a
finiquitar de un espadazo al equino cuando el salvaje pide permiso para ser el
encargado de terminar con la vida del ecuestre, cuestre lo que cuestre, y le
obsequia con gran talento una indolora e inmediata muerte acariciándolo y
quebrándole el cogote.
Esto enamora aún más a nuestra princesa quien, ya
completamente empapada de sed de sexo duro y delante de todo el mundo, continúa su viaje a Pompeya a
encontrarse con sus padres, gobernadores del lugar de veraneo italiano que en
breve sería arrasado por copiosa lava volcánica como todos sabemos menos ellos
y así les fue.
Y Pompeya está en su mejor momento, centenares de
extras colman las calles haciendo que van para aquí y para allá sin rumbo fijo
congestionando la calle principal peor que la 9 de Julio un día de piquetes haciendo
que Princesa decida bajar de su carruaje y hacer las cuadras que faltan a pie,
está muy ansiosa por ver a sus padres, a quienes hace más de un año que no ve,
y la bienvenida es calcada de un típico mural de época: Claramente nuestro
director ha visto esos murales de azulejitos en donde la gente de aquel entonces posaba con las
túnicas y laureles en el bocho, con una mano elevada, como mostrando un
exclusivo diseño de Roberto Piazza, y así vienen papá y mamá: caminando como
perfectos pelotudos exagerando su condición de romanos haciendo que uno se
pregunte si hoy por hoy aún hay boludos que creen que la gente andaba así por
la calle o sólo había posado de esa manera para la imagen, pero claramente se
ve que aún hay boludos que piensan que los pompeyanos caminaban con cara de
culo roto, una mano elevada como llevando una bandeja inexistente y la cabeza
doblada por completo hacia un costado al estilo de la entrada del Negro Olmedo
en el sketch de Álvarez.
Y lo mismo ocurre con el dueño de los salvajes
que pelearán en breve en la Arena de la ciudad, quien viaja con su gordura acostado aburrido en un dorado carruaje llevado por esclavos mientras disfruta de unas exquisitas
uvas y volvemos a lo mismo, señor director, esas imágenes que muestran a
personalidades de la clase alta comiendo uvas en pose haragana mientras los
esclavos debían arrastrar sus poderíos, fueron solo expresadas para que la humanidad conociera el contraste entre el esclavo y el rico. El rico come uvas como un cerdo
burgués mientras los pobres esclavos deben arrastrar sus caprichos. No era así,
señor director, es una forma de exagerarlo. No sea tan pero tan necio, torpe y pelotudo…
Así es entonces que esta huevada continúa, mientras
Esclavo Cogible lucha en la Arena contra otros esclavos y siempre gana y se
mantiene vivo cuando, del otro lado de la suerte, un ya bastante viejo Kiefer
Sutherland que porta con orgullo unos espantosos mofletes de viejo que de pronto le
salieron en su ya madura cara, componiendo de manera bastante horrible a un gobernador
que pretende invertir en la Mar del Plata italiana, le propone a papá pompeyano
que si quiere la tarasca nacional deberá entregarle ese bomboncito que tiene
por hija, y el padre acepta gustoso como si fuera Don Cangrejo y el volcán
comienza a avisar la inminente explosión con fuertes temblores haciendo que los
caballos decidan salir rajando del lugar y entre ellos se pianta la yegua del
yeguón infernal que hace de princesa enamorada entonces Esclavo Cogible huye
para rescatar al animal en lugar de aprovechar que huyó y salir rajando de ahí
que en breve todos morirán calcinados y nadie se da cuenta de que lo que va a
ocurrir hasta que ocurre y entonces todos pretenden escapar por una puertita de
morondanga apiñándose en la salida mientras pequeñas piedras ardientes llueven
del cielo y deciden salir por la otra puerta pero ya es tarde y el volcán les
demuestra con un implacable plumazo que lo que habían sufrido hasta ahora era
un simple juego de niños con un monumental tsunami de lava que, viajando a
cientos de kilómetros por hora, aniquila en un instante a todos los pompeyanos
que intentaban huir del lugar.
Y eso es todo lo que tengo para decir de esta
boluda historia.
¿Sirve para algo?
Podría servir para que los niños comprendan
cómo fue lo de Pompeya. En mi caso, prefiero ponerles el DVD de Pink Floyd: Live
at Pompeii, la van a pasar fenómeno y la música y las imágenes de aquel
glorioso recital les contarán exactamente lo mismo pero con el nivel de drama y
tragedia que la situación requiere y sin esos innecesarios efectos especiales
de poca monta que hoy por hoy ya utiliza cualquier editor sin siquiera una
pizca de buen gusto.
Le pongo 2 Juanpablos, Emil Browning está tan
buena que no se puede creer