Con: Dominic Purcell, Gabriel Hogan, Camille Sullivan, Adam Beach,
Michael Ironside y gran elenco
Dirección: Sturla Gunnarson
Resulta que un día, allá por 1962, una avioneta
particular cae en la nieve más inhóspita que a usted se le ocurra y el piloto
muere.
Unos soldados asignados a una remota y helada base
plantada cerca del lugar del accidente se acercan intentando rescatar a
alguien, pero no encuentran a nadie con vida, solo hay un piloto muerto y unas
cápsulas bastante inquietantes diseminadas alrededor de la avioneta. ¿Qué habrá
dentro? Se pregunta un soldado de aspecto esquimal, y cuando barre con su
guante el vidrio de la cápsula no puede dar crédito a lo que sus ojos están
viendo: Un señor vestido de traje Que de inmediato abre los ojos, lo mira con atención
y lo mata (esto no se ve, la cámara
vuelve a la base ni bien el ¿marciano? Abre sus ojos, pero créame que lo mata).
Más tarde, un helicóptero trae a una doctora en
marcianos, o algo así, para estudiar a estos inquietantes seres de físicos
admirables quienes se encuentran en cuero y atados a un montón de barras de
acero confinados en un container (nunca
queda claro cómo es que finalmente atraparon a estos rubiecitos ya que, como
bien veremos durante todo el film, los tipos son indestructibles, inatrapables
e inmortales). La doctora le hace un fondo de ojos con una linternita y le
saca un poco de sangre para estudiar en su laboratorio de campaña, pero esa
noche, mientras intentaba ver por el microscopio los inquietantes glóbulos
rojos de estos intrépidos seres, gritos, disparos y muerte la desconcentran.
Debe apresurarse si pretende huir, algo malo está sucediendo ahí fuera y de
seguro ella tampoco se salvará, piensa, en el mismo instante en que la puerta
del laboratorio vuela por el aire y un violento ventarrón de nieve y frío
ingresan en el lugar de la mano del marciano malo, quien, en cueros, se abre
paso entre los escritorios y se acerca a la doctora con una única meta. Penetrarla.
Gritos. Horror. Penetrit.
Cincuenta años más tarde, un grupo de ¿marines?
¿científicos? ¿exploradores? ¿empleados de una compañía petrolera?, se disponen
a hacer una serie de confusas tareas en el lugar y dan la bienvenida a la
próxima víctima de violación del marciano, que es una ¿doctora? ¿contadora
pública? Que viene de la compañía a controlar que todo esté en orden e intenta
tomar cartas en el asunto aún sin saber a ciencia cierta cuál es ese asunto donde
debe tomar las cartas y comienza así a departir labores como quien reparte
invitaciones a una Disco mientras Dominic, nuestro recio protagonista, le
explica que antes de comenzar a trabajar o ponerse a dar órdenes debería ver un
Power Point que le preparó para informarla sobre “lo sucedido”, pero la mujer
no tiene tiempo para Powerpoints y no le interesa en la más mínimo qué es
aquello que ocurrió, tiene la orden de encontrar petróleo y ningún científico
de poca monta que acaba de descubrir algo que cambiará para siempre la forma de
ver las cosas va a torcer su cometido, aunque luego acepta ver dicho documental
gustosa y nos deja a todos –incluso a sus
compañeros de film- un tanto consternados con su clara y desfachatada
bipolaridad.
Y por supuesto que cuando la joven ¿contadora
pública? ve el documental queda extasiada con el trabajo de Dominic y lo insta
a seguir investigando, ordenando a los demás que accedan a todos los pedidos
del musculoso actor y se va a dormir mientras los soldados preparan “la salida”,
al día siguiente deben ir en busca de petróleo y marcianos rubios cogedores y
no hay tiempo que perder.
Así es entonces que Dominic se une al grupo de
expedición y mientras todos buscan petróleo en la nieve como quien intenta
ubicar algo que se le cayó del bolsillo él sube una montaña con una velocidad y
un esmero realmente inusitados (mmm,
nadie sube así una montaña, este hombre tiene poderes extraños) y descubre,
en medio de la nada misma, un profundo agujero que conduce a una cueva
prehistórica en donde, así de un plumazo y bastante rápido, Dominic encuentra
los cadáveres de los tres ¿marcianos? rubios que 50 años atrás diezmaron la
base y violaron a la doctora (qué bueno
que los encontró rápido, ¡de lo contrario la película hubiese durado mil
horas!).
El hallazgo es muy aplaudido por la ¿contadora
pública?, quien de inmediato prepara un hangar lleno de camillas de hospital y
aparatología de la salud como si fuera lo más fácil del mundo y en un instante
enchufan a los tres cadáveres para estudiarlos. Quizás deberían haber aprendido
aquella lección del pasado, en donde unos marines que intentaban saber qué eran
esos tipos terminaron muertos y/o violados, pero vio cómo es el ser humano, que
siempre tropieza dos veces con la misma piedra.
Así es que los marcianos despiertan, matan a
todos, violan a la ¿contadora pública? y dejan vivo a Dominic, quien intentará
apresarlos antes que lleguen a Nueva York ya que los rubitos, lejos de ser de
otro planeta, en realidad son unos soldados con modificaciones genéticas que no
mueren, no se lastiman, tienen tremebundo pene erecto y dos únicas metas:
violar doctoras y contadoras públicas y aniquilar a los Estados Unidos de
Norteamérica.
Suerte que está Dominic, que es hijo de la
doctora de la década del sesenta y de uno de estos rubios violadores, quien es
el único que tiene algo de poder extra al ser su descendencia, y termina
acabándolos a todos (acabándolos me
refiero a terminar con sus vidas, no a eso que usted se imaginó con esa
cabecita pervertida que tiene, qué asco…).
Cuatro veces intenté verla y las cuatro veces
me quedé profundamente dormido, aunque al final pude completarla. Una suerte (para ustedes, que ahora evitarán ver esta
boludez inaplicable).
Le pongo 2 Juanpablos, la escena final en donde
papá soldado inmortal y Dominic luchan como padre e hijo como lo hicieren Darth
Vader y Luke, es re tierna y pelotuda.
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