Con: Jennifer Garner, Joel Edgerton, CJ Adams, Odeya Rush, Shohreh Aghdashloo, Rosemarie DeWitt, David Morse, M. Emmet Walsh, Lois Smith y gran elenco
Dirección: Peter Hedges
Si usted me decía
antes de escoger una copia de The
Odd Life of Timothy Green
que yo vería en ésta era tan moderna y superada que estamos viviendo una nueva producción de Walt
Disney en donde una pareja de mediana edad re buena que paga todos los impuestos, va a misa y
tiene una casa de dos pisos que no puede llenar con la alegría de traer al
mundo niños y niños y más niños por lo que entonces, luego de muchas pruebas
truncas, deciden escribir en papelitos qué virtudes debería tener ese hijo tan
anhelado que nunca llega y así luego guardar los papelitos en una caja y
enterrarlos en el jardín para que por la noche una mágica tormenta inunde la
huerta y de lugar, por tanto, a la germinación de un lindo repollo con forma de niño que es re
bueno, que ya creció hasta los 10 años así que ni siquiera hay que cambiarle los
pañales ni pasar mala noche, que de inmediato consigue lugar en la escuela del
pueblo y nadie de las autoridades pregunta de dónde salió el niño o por qué
motivo nunca habían oído hablar de él y entonces los padres se esfuerzan y
consiguen educarlo con mucho amor ocultando las hojitas que el retoño porta en
sus canillas mientras el joven padre intenta con gran esmero conseguir que el
abuelo paterno -dibujado con tosquedad por un sorprendente David Morse- le dé
el visto bueno a algo que haga su propio hijo ya que Morse es un padre muy estricto,
pasador de facturas y siempre pidiendo más y más y más a un hijo que,
desesperado, ya le dio hace mucho todo lo que tenía para dar pero que así y
todo no le alcanza entonces no visita su casa y se mantiene a fría distancia
hasta que con descomunal esfuerzo lo convence de que vea cómo su nieto juega el partido de
futból de la escuela donde el niño deberá mostrar sus excelentes aptitudes de
lo contrario será ninguneado para toda la eternidad por su disconforme abuelo en lugar de
mandarlo, como correspondiere, a la recalcada cajeta de su puta madre, yo no le creía
ni mamado. Es más, le hubiera apostado plata que me estaba verseando.
Y hubiese perdido.
Realmente no sé qué tienen en la cabeza, da mucha rabia que sigan
apareciendo en silencio este tipo de historias pésimas que lo único que vienen
a hacer al mundo es a intentar a duras penas –ya sin éxito- retener una manera de vivir que por suerte fue
desbancada hace rato.
Así que no cometa el error de mostrar esta hipocresía a sus hijos. Es
tan pero tan hipócrita que se podría hacer dulce con tanta hipocresía y después
vender mermelada hipócrita por los pueblos.
Ponerle 1 Juanpablo sería al menos hipócrita de mi parte.
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