Con: Ward Horton, Annabelle Wallis, Alfre Woodard, Tony Améndola, Brian
Howe y un montón de desesperados más
Dirección: John R. Leonetti
Resulta que una hermosísima pareja
estadounidense de la década del sesenta, joven, prometedora y con un
maravilloso mundo por delante en donde el trabajo, la asistencia a misa todos
los domingos y la bendición de la dulce espera de un perfecto bebito
norteamericano y saludable acaba de mudarse a Pasadena o algo así porque John
(el marido, no podía llamarse de otra manera, es el típico americano que se
llama John) fue trasladado por trabajo.
Y la religión y las misas asistidas los
entremezclan con ese bello y calmo vecindario en donde todos pagan sus
impuestos y andan con la camisa planchada protegidos por una felicidad envasada
de grueso espesor inmune a los males que el mundo exterior padece.
Así es que un buen día de regreso a casa luego
de una restauradora misa dominical, John le da una impensada sorpresa a su
mujer (Mia): acaba de conseguir la muñeca más horrible, más tenebrosa, más
poseída por el demonio y menos atractiva que usted haya contemplado en toda su
existencia. Y Mia al verla muere de amor, la abraza y con los ojos lacrimosos
le dice a su marido “¡La conseguiste!” -y
yo, le digo la verdad, a mí mi mujer me trae de regalo esa muñeca de mierda que
claramente traerá desazón en nuestro hogar y agarro, la llevo a la terraza y la
prendo fuego bailándole alrededor y entonando alguna melodía de ritual umbanda-,
y para colmo esa misma noche, en plena madrugada, Mia despierta asustada por
los alaridos de la señora Higgins, su vecina de al lado- quien se puso a gritar
de la nada y en medio de la noche para luego callarse de pronto, inquietándola.
Mia despierta a John y le pide que vaya de los
Higgins y vea que esté todo bien, pero cuando su marido entra en Higgin’s house,
el horror. Sangre. Corridas. Hay que llamar a la ambulancia, y mientras esperan
a la policía una pareja de hippies apestosos y drogados -no como ellos que van
a misa y pagan sus impuestos-, irrumpen en su cristiano hogar, apuñalan la
embarazada panza de Mia, luchan con John, quien como todo marido joven y
saludable la emprende a los violentos trompazos con los asesinos, llega la
policía y los pone a ambos.
Mia se desvanece, está perdiendo sangre. John
la acompaña al nosocomio.
Pero el tiempo pasa, Mia vuelve a su hogar, el
embarazo prospera y Annabelle, la muñeca más hija de puta del mundo, todo lo
observa sentada en un sillón hamaca demostrando que aún no ha terminado con
ellos (¿?). Así que le hace pinchar un dedo mientras cosía una mantita para su
bebé, le produce una fuerte micosis en las pelotas a John, quien debe rascarse el
escroto a cuatro manos por el transcurso de una semana y prende fuego la casa,
así que Mia y John deciden volver a su Corrientes natal, o donde sea que
vivían, y tirar a la basura a esa muñeca apestosa, pero el demonio los persigue
y los vuelve locos (a ellos nomás, usted no sufrirá un solo momento de pánico o
estrés) y la película termina de la manera más previsible del mundo, así que
démosle un fuerte aplauso al pelotudo de Leonetti, quien filmó esta tontísima
película de terror que no aterra ni a mi hija más chica.
Dios mío, qué fácil acceden algunos a filmar
toda una película entera…
Le pongo 1 Juanpablo.
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