Con: Clive Owen, Morgan Freeman, Aksel Hennie y escueto elenco
Dirección: Kazuaki Kiriya
No, qué boludez, dios mío.
La verdad es que no sé qué error elegir por
encima de todos los que acredita para describir lo boluda que es esta película, aunque puede que
el cast sea el mayor error de todos:
a) No hay que contratar gente de
renombre por más dinero que cuentes en tu billetera si la película es tan súper
tontísima
b) Siendo un actor de renombre, no se
deben aceptar roles que no suman a tu carrera ya que no lo necesitas ni
económica ni espiritualmente
Luego, la trama en sí menor: Tanto el momento
en donde Freeman pasea a Owen –su general, capitán, escudero o lo que fuera,
suerte de guardaespaldas quien se ganara el cariño del morocho sin hijos
varones- mostrándole las tumbas de sus ancestros y ofreciéndole el trono a
pesar de no tener descendencia sanguínea como el momento en que Freeman flaquea
de un punzante dolor instantes previos a recibir a sus hijas y le pide a Owen
que mantenga el secreto de su enfermedad como el momento en que finalmente es
enjuiciado por no haber pagado un soborno y ordena a Owen que lo decapite delante de todos hasta la forma en que Owen finalmente cobra venganza son escenas tan absurdas,
previsibles y súper imbéciles que realmente a uno lo sorprende ver a estos actores
que nos han dado tantas cosas lindas colaborando en tan innecesario film que no
deja nada.
Y esto no sería tampoco tan dramático a la hora
de denostar este estúpido film como el tema del “miedo sobre dimensionado” de
“Gezza Mott”, el ministro corrupto que pidiera un cuantioso soborno a Freeman, quien luego solicitara a su rey decapitarlo por osar no entregar el soborno y ahora no puede dormir pensando en que tarde o temprano Owen lo vengará y en lugar de
mandar a matar al ex gran actor inglés y listo ordena seguirlo de cerca durante meses para constatar que no
planea su muerte haciéndome acordar a las estúpidas películas del James Bond de
los ’60 en donde el malo no remataba de una vez por todas al bueno con el único
motivo tangible de hacer tiempo para poder llegar al final del film.
Así que déjenme de joder con esta
inaplicablemente boluda película de caballeros, y ni se le ocurra alquilarla.
O alquílela, ¿qué me tengo que meter en su vida
privada? Ya lo decía la tía Irma: “el que sabe, sabe; y el que no, es jefe”
–aunque no sé qué tiene que ver ese dicho con esto que e manifiesto, pero usted
sabrá encontrar la manera de insertarlo-.
Le pongo 2 Juanpablos
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